Casi 22 años y sigo con la mentalidad quinceañera, no es muy bueno porque la inmadurez es mal vista, aunque me da cierta sonrisa admitirme así, al menos sé que es un buen combustible para escribir en “blogses” tapizados de flores.
Qué ganas de serme fiel, qué ganas de tener la capacidad para sentirme en paz estando sin mitades.
Cumpliré 22 y la verdad es que prefiero las películas de anime, duermo hasta tarde, amo lo dulce, me gusta el estilo romántico, sueño despierta, imagino el futuro con el hombre ideal, admiro lo tierno en donde sea, mi mamá repara lo que sea que se rompa en mi ropa o accesorios, a veces ella hace mi cama, a veces yo la dejo deshecha por varios días. Mis papás me ven como una niña, mi apariencia no indica lo contrario, a veces.
He transformado mi manera de pensar, mis ideologías, algunos gustos, en estos años de vivir, y sin embargo hay un aspecto en mi vida donde aún no paso de los 15… en ese sentido no sé si sea sano. Ahora pienso que cuando tenía quince, era auténticamente de 15; ni más ni menos.
Especiales abrazos a mi querido primo, él me acompañó mis primeros años de vida, ya no vive en Santiago, pero siempre recordaré que fuimos compañeros de juegos, muy unidos, más que un primo un hermano amado, hoy cumple 21, es libra igual que yo, compartiremos la misma edad por un par de días y luego volveré a ser la mayor, aunque él sea inmenso en estatura.
Lo quiero mucho, a pesar que de niños era maldadoso con mis muñecas. Siempre adoraré lo feliz que eramos jugando en la tierra, jugando con mi muñeca Javiera como hija, con nuestro perro Nayro, jugando Nintendo, viendo a Gokú y tomando leche en mamadera. Hermosos días, gracias a su presencia =)